Señor Jesucristo, esta mañana te abro la puerta de todo mi ser , entra en todo lo que soy: mi cuerpo, mi alma, mi corazón, mis sentidos, mi sensibilidad, mi memoria, mi inteligencia, mi sexualidad, mis alegrías y mis penas.

Señor Jesús, doy la bienvenida a tu presencia real y milagrosa en todo lo que soy y eso incluye mis heridas, mis debilidades, mis dependencias que no siempre son declaradas. 

También te recibo en todas mis preocupaciones y problemas de este día, Señor, te confieso que me tienes infinito amor y que soy tu hijo querido a

pesar de todas mis faltas. 

Al comienzo de este día, acepto todo tu amor incondicional por mí, te dejo completa libertad para amarme divinamente, pase lo que pase, gracias de antemano.

Como dice san Pablo, proclamo que: "Ya no soy yo el que vivo, sino que eres tú, Jesús, Jesús, Jesús, los que viven en mí. 

Señor Jesús, ahora estás en mí, vives todo lo que yo vivo, estamos realmente juntos y estoy feliz de conocerte en mí.

Amén.