Padre, qué bueno y grande eres, gracias por este nuevo despertar, qué grande es tu amor por mí.
En esta mañana despierto con mucha alegría, con un gozo indescriptible, por el amor que me infundes en mi corazón.
Hoy martes no quiero que nada ni nadie me roben este gozo que siento. Comienza un nuevo día y ya estoy en tus manos.
Mi primera palabra de la mañana es: gracias, porque eres un Dios maravilloso y grande conmigo.
Porque me has dado tu bondad, porque tu amor me ha llenado, porque tu fortaleza me ha arropado cuando aflora mi debilidad humana.
Sé que tú me has acompañado durante toda mi vida, has dado pasos conmigo, has estado en los momentos de felicidad y también en los momentos difíciles, y eso me hace sentir confiado.
Sé que me regalas siempre tu compañía, sé que me amas y que nunca reclamas por mis errores, no guardas rencor, no te llenas de resentimiento.
Gracias por tu compasión, porque sabes que a veces fallo, sabes que a veces no soy fiel a ti y eso me hace sentir mal.
Entiendo que eres un Dios de misericordia, un Dios que todo lo perdona, gracias por no condenarme, sino por llenarme de amor y de misericordia, por recibirme con los brazos abiertos.
Gracias porque haces maravillas en mi vida, porque constantemente me estás dando fuerza para vencer.
Gracias por tu amor, por todo lo que infundes día a día en mi corazón.
Mi corazón te alaba y te agradece por tu infinito amor.
Amén
0 $type={blogger}