Mi Señor Jesucristo, creo que realmente estás aquí en este sacramento, noche y día permaneces aquí compasivo y amoroso.
Llamas, esperas, das la bienvenida a todos los que vienen a visitarte, te doy gracias, Jesús mi divino redentor, por venir a la tierra por nosotros y por instituir el adorable sacramento de la sagrada eucaristía para permanecer con nosotros hasta el fin del mundo.
Te agradezco por esconder bajo las especies eucarísticas tu infinita majestad y belleza, que tus ángeles se deleitan en contemplar, para que yo tenga el valor de acercarme al trono de tu misericordia.
Te agradezco, querido Jesús, por haberte convertido en la Víctima invaluable, por merecer para mí la plenitud de los favores celestiales.
Despierta en mí tanta confianza en ti que su plenitud descienda cada vez más fecundamente sobre mi alma.
Te agradezco por ofrecerte en acción de gracias a Dios por todos sus beneficios, espirituales y temporales, que me ha otorgado.
Concédeme gracia y perseverancia en tu fiel servicio.
Amén.
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