Aquí estoy delante de ti, quiero decirte que mi corazón y mi mente saben que este no es un día más simplemente, sino una oportunidad para salir a vivir con esperanza, con decisión, con ánimo, con actitud victoriosa. 

Por eso, me visto con la armadura de mi fe: la verdad, la justicia, el celo por tu palabra, así comienzo enfrentando mis inseguridades y venciéndolas con la fuerza que has puesto en mi corazón. 

El desánimo y el desaliento no se apoderarán de mí. 

Gracias por este nuevo día, por todas las formas posibles en las que me demuestras tu amor, desde la risa de las personas que amo, hasta los pequeños gestos de aquellos con los que simplemente tropiezo y me muestran que haces cosas buenas en sus vidas. 

En tu nombre salgo a conquistar este nuevo día para por la noche decirte que soy un vencedor.

Amén.