En este maravilloso día te entrego toda mi vida. Necesito que aumentes mi fe, quiero tener mi fe del tamaño de un grano de mostaza para poder mover todas las montañas de las dificultades que hay en mi vida. 

Y sé que la fe es un don tuyo, un regalo de tu amor y de tu misericordia. No quiero distraerme de lo fundamental de la fe, no quiero vivir pegado a lo superficial de la vida. 

Quiero sumergirme en lo profundo de tu corazón y allí vivir.

Bendice mi alma, purifica mi corazón, no permitas que los pensamientos malos de esos que destruyen la felicidad lleguen a mí, permite que sea un instrumento de tu paz, que le sirva a los demás en su crecimiento. 

Hoy quiero alabarte con todo mi corazón, qué bueno es darte gracias, qué bueno es sentir tu presencia en cada instante, en cada momento que veo tus acciones me haces feliz. 

Siempre aumentas mis fuerzas en el camino de la vida, libérame de las cosas que me dañan.

Dame la paciencia que necesito para saber esperar, muchas veces el desespero me quita todo lo que tú me has dado. 

Confío plenamente en que este día será de bendición y por eso lo inicio con todo el ánimo y la alegría que cabe en mi corazón.  

No dejaré que nadie me quite este gozo que siento de iniciar el día hablando contigo. 

Señor, me haces falta, con tu presencia todo es más fácil y llevadero. 

Amén