Señor mío y Dios mío, vivo motivado por mis sueños y te agradezco porque sé que cada uno de ellos tiene algo que ver contigo.
Gracias por ayudarme a encontrar en mi interior todas las habilidades necesarias para alcanzar eso que me propongo, y también por darme herramientas para poder hacer frente al fracaso cuando las cosas no salen bien.
Quiero alabarte, porque pierdo la cuenta de todas las veces en las que has secado mis lágrimas en esos momentos en los que las cosas no han salido bien.
Hoy entiendo que eres el Dios de las oportunidades, que no importa cuántas veces falle, siempre podré salir adelante y recomponer el camino sin miedo.
Gracias por todas tus bendiciones y por el amor con el que me llenas para que haga mi vida. Permíteme descansar tranquilo en esta noche.
Amén.
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